Durante mi trayectoria profesional de más de 20 años como Administrador de Fincas, siempre he procurado tener un espíritu ABIERTO AL CAMBIO, en el sentido de cambiar lo que hiciera falta SI ELLO SUPONÍA UNA MEJORA, una ventaja.
No obstante, en mis conversaciones con otros compañeros sobre el tema, aparecían otros puntos de vista más conservadores, basados en la necesidad y dificultad de analizar el ROI (Return On Investment) ante la perspectiva de realizar un CAMBIO, se refiera al momento de hacer una compra de ordenadores, realizar algún tipo de campaña publicitaria, cambiar de programa de gestión de Comunidades de Propietarios, etc.
Evidentemente todo cambio debe conllevar un ANÁLISIS para determinar su conveniencia y siempre buscamos no perder ninguna ventaja de nuestra forma de trabajar anterior, pero en el fondo el miedo al cambio está basado en un MIEDO A LO DESCONOCIDO, por eso nos sirve de mucho, conocer experiencias existosas de otras personas en circunstancias parecidas. Tenemos una predisposición a no cambiar, por ello se dice que SOMOS ANIMALES DE COSTUMBRES.
A menudo nos llaman de la compañía telefónica que sea para decirnos que con ellos vamos a ahorrar dinero y casi siempre, después de escuchar al comercial un rato, nuestra respuesta es negativa, porque la ventaja es muy pequeña respecto a lo que estamos pagando actualmente y además pensamos en el trastorno que suponen estos cambios, de pérdida del número de teléfono (solucionado hoy día con la portabilidad) o incluso pérdida temporal de servicio (ya me ocurrió a mí).
El refranero español es muy rico en estos temas y lo primero que se me ocurre es MÁS VALE MALO CONOCIDO QUE BUENO POR CONOCER, pero al final cuando estamos convencidos de la necesidad de un cambio, del tipo que sea lo que hacemos es un concienzudo ANÁLISIS DE LAS OPCIONES.
Así decían los clásicos:
Que la serenidad Dios nos conceda
de aceptar lo que al cambio se resiste
el valor de cambiar lo que es cambiable
y el don de discernir la diferencia
Finalmente, me parece exagerado y muy conservador, quizás propio de personas prácticas pero alejado de mi forma de pensar más enfocada a tener un espíritu de superación continua, pensar que LO MEJOR ES ENEMIGO DE LO BUENO, puesto que determina una predisposición a NO CAMBIAR.
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